
Por FRAN VILLALOBOS
La cualidad de hacer las cosas a su debido tiempo se denomina puntualidad, algo de lo que adoleció por completo el Real Madrid en su visita a Turín. Los blancos llegaron con una hora de retraso a una de sus ciudades malditas y cuando quisieron aterrizar en el césped del viejo Comunale ya perdían por 2-0. Nada hicieron los de Schuster por llegar a tiempo al partido. Si el otro día ganaban a los treinta segundos, esta vez perdían a los cinco minutos con todo merecimiento. Salió el Real Madrid a esquivar los golpes de la Juve y se llevó un derechazo de Alessandro Del Piero que le dejó aturdido durante toda la primera parte. Es lo que pasa cuando sales frío a jugar y te encuentras a un rival con la sangre hirviendo.
-Castigado por llegar tan tarde-
La cualidad de hacer las cosas a su debido tiempo se denomina puntualidad, algo de lo que adoleció por completo el Real Madrid en su visita a Turín. Los blancos llegaron con una hora de retraso a una de sus ciudades malditas y cuando quisieron aterrizar en el césped del viejo Comunale ya perdían por 2-0. Nada hicieron los de Schuster por llegar a tiempo al partido. Si el otro día ganaban a los treinta segundos, esta vez perdían a los cinco minutos con todo merecimiento. Salió el Real Madrid a esquivar los golpes de la Juve y se llevó un derechazo de Alessandro Del Piero que le dejó aturdido durante toda la primera parte. Es lo que pasa cuando sales frío a jugar y te encuentras a un rival con la sangre hirviendo.
Del Piero tenía la suya quemándole las botas. Siente a la Juve como nadie y se apresuró a poner al Madrid contra las cuerdas con un control que orientado que recogió Amauri para devolverle la pared mientras que Cannavaro y Pepe correteaban buscando a ciegas el balón. Cuando lo vieron estaba dentro de la portería de Casillas tras un derechazo con rosca con la firma de Pinturicchio. No es un pintor del Renacimiento pero también es un artista.
Apagón blanco en la primera mitad
El gol tempranero de Del Piero tuvo un efecto devastador para el Madrid, que se aturulló en todas las líneas y se vio superado por el despliegue de la Juve, siempre rocosa pese a su déficit de calidad. Llevaban un mes sin ganar y no estaban algunos de sus mejores jugadores, pero los turineses sacaron del armario el mono de trabajo para desmontar una crisis que amenazaba con llevarse por delante a Claudio Ranieri.
La convicción de la Juve en lo que estaba haciendo asustó a los de Schuster, que entregaron el centro del campo a su rival y se encomendaron a los misiles lejanos de Van der Vaart. Ninguno de los tres que lanzó el holandés dieron en el blanco.La creación blanca era inexistente y las imprecisiones una constante. Nada por aquí, nada por allá. El paso por los vestuarios tampoco mejoró las cosas. A los tres minutos de la reanudación, Pepe cometió un error en un despeje y desencadenó el 2-0, materializado por Heinze en propia meta tras un cabezazo de Amauri. Cuando las cosas no salen también fallan hasta los mejores.
La noche pintaba muy negra para el Real Madrid, que ya sabe como se las gasta en Turín la Juve, que sólo ha perdido una vez en su estadio después de haberse adelantado en el marcador. La Vecchia Signora sabe engatusarte lentamente y, sin necesidad de hacer un fútbol brillante, cava la tumba y te regala las flores por el mismo precio. Sólo necesitó dos ocasiones para ganar el partido, lo que supone un ejercició de rentabilidad máxima de los errores ajenos. Con el 2-0, los blancos se dieron cuenta de que estaban muertos y sacaron su orgullo para intentar, al menos, morir de pie.
Remontada incompleta
Al frente de los kamikazes apareció Sneijder, que rondó el gol con un trallazo que casi derriba el poste izquierdo de Manninger. Merodeaba el gol el Madrid y, como casi siempre que eso sucede, apareció Van Nistelrooy con su olfato canino para marcar el 2-1 con un cabezazo a centro de Heinze, solución de emergencia para llegar por la izquierda. Otra fue la entrada de Robben por Higuaín, desaparecido junto a Raúl en la telaraña bianconera. El holandés creo más expectación que peligro, igual que su compatriota Drenthe. Se volcaron los blancos pero no llegaron ni las ocasiones ni el gol del empate. El orgullo no siempre sirve para remontar un partido.